Pasaron las elecciones y… Seguimos siendo hondureños
- Germán E. González

- hace 4 días
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En la fecha en que me dispuse a escribir el presente texto (diciembre 2 de 2025), habían pasado dos días desde que se celebró la fiesta democrática más importante del país en el presente año, la jornada de elección de diputados, alcaldes y presidente de la república.
Algunas cosas llamaron particularmente mi atención como, por ejemplo, la responsabilidad ciudadana de las personas que desde tempranas horas de la mañana se acercaron a las mesas de votación. Me conmovió entre otras cosas, ver votantes de la tercera y de la cuarta edad, acompañados de sus hijos o cuidadores, también observé personas con algún tipo de discapacidad, madres cargando a sus pequeños bebés, gente de diversas estaturas, razas y colores que acudieron a las urnas para hacer valer su derecho al voto y cumplir su deber con esta bella porción de tierra, mar y cielo a la que llamamos Honduras.
El astro rey brillaba para todos sobre el territorio nacional, iluminando con la fuerza de su poder a los que hacíamos parte de tan particular evento, sin lugar a ningún tipo de distinción ni discriminación entre los integrantes de los partidos Nacional, Liberal, Libertad y Refundación, del PINU (Partido Innovación y Unidad) o del DC (Demócrata Cristiano), sea cuál fuera nuestro color político o el candidato de nuestra predilección, había un común denominador que nos hacía iguales, el ser hondureños.
Las horas fueron pasando y las filas avanzando, miles de papeletas ingresaron a las urnas luego de ser marcadas con crayones negros. La gente, llena de entusiasmo, se tomaba selfies o grababa videos cortos para subir a sus redes sociales, los políticos motivaban a los ciudadanos para que salieran a votar, los periodistas cubrían la jornada sin perder detalle, otros oraban para que el evento se llevara a cabo sin percances que lamentar y, finalmente, los centros de votación empezaron a cerrarse después de una faena maratónica de elección democrática.
Esperar los primeros resultados puso a prueba los sistemas nerviosos de muchos, la gente empezó a comerse las uñas y a caminar de aquí para allá y de allá para acá, en un intento desesperado para no perder la paz, si es que quedaba algo de ella.
¡La fiesta democrática fue un éxito total! La población respondió al llamado de la patria, y salvo uno que otro percance, las cosas terminaron como se esperaba, pero… pero… pero.
Las elecciones democráticas siempre dejan ganadores y perdedores. Tal vez la circunstancia más feliz que nos acontece es ver a nuestros candidatos en el podio del triunfo, pero también debemos estar preparados para la derrota.
¿Qué debe caracterizar a una sana fiesta democrática? Creo que esta pregunta se puede responder de varias formas en el contexto democrático hondureño. Para empezar, reconocer el triunfo de quienes ganaron la contienda y respetar a aquellos que, a pesar de sus esfuerzos, no lograron conquistar la victoria política que esperaban.
Sin embargo, son muchos los factores que atentan contra la sana finalización de una contienda política como, por ejemplo, el no reconocer la victoria de los adversarios, los intentos de manipulación de los resultados finales, la compra de votos, los llamados a la violencia o al boicoteo, el autoproclamarse ganadores sin haber esperado el pronunciamiento de los entes responsables y oficiales… En últimas, pienso que el error más grande de todos es pensar que por encima de la patria, el respeto y el bien común, está nuestro partido político… ¡Tremendo error!
La historia de muchas naciones democráticas ha demostrado a lo largo de numerosas ocasiones, que los vencedores de hoy, pueden ser los perdedores del mañana. Lo que se ha perdido o lo que se ha ganado, no es más que la responsabilidad de regir los destinos de un pueblo durante un periodo de cuatro años, periodo en que los vencedores en las urnas deben empeñar todos sus esfuerzos con el firme propósito de dejar huella, sin perder la perspectiva de que su misión, no es otra que la de gobernar para el beneficio de un país y no para el del partido político en que militan.
Mi mensaje final se divide en dos partes, una para los ganadores y otra para aquellos cuyos resultados no fueron los esperados:
Felicitaciones sinceras a los que se alzan con la victoria, no olviden que Honduras merece, espera, quiere y necesita lo mejor de parte de ustedes. Empeñen sus mejores esfuerzos por esta hermosa porción de suelo, cuya bandera flamea con sus cinco estrellas de pálido azul.
Y finalmente, a quienes hoy no tienen muchas razones para celebrar, entiendan que de las derrotas también se pueden aprender valiosas lecciones. Esta es la hora de hacer una mirada introspectiva, de evaluar los fallos, debilidades y carencias. Esta es la hora de aprender a reinventarse, especialmente para no repetir los errores del pasado.
¡Que Dios bendiga nuestra patria!
Germán E. González
Psicólogo
WhatsApp: 95519628




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