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Evo acusa a Milei de pedir su eliminación a presidente electo de Bolivia

4 de noviembre de 2025

El expresidente boliviano Evo Morales (2006-2019) encendió una nueva controversia regional al afirmar que el mandatario argentino Javier Milei habría solicitado al presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz, “deshacerse” de él, al considerarlo un “peligro” para América Latina.


En un mensaje publicado en su cuenta de X (antes Twitter), Morales escribió:

“Hermanos de Argentina me informan que el presidente Javier Milei le pidió a su homólogo de Bolivia, Rodrigo Paz, ‘deshacerse’ de Evo, porque dice que soy un peligro para la América Latina digna y soberana. No nos sorprende ese pacto para acabar con mi vida”.


La acusación del exmandatario llega a pocos días de la investidura oficial de Paz, programada para el 8 de noviembre en La Paz, que marcará el fin de casi dos décadas de dominio político del Movimiento al Socialismo (MAS) y el inicio de una nueva etapa en la política boliviana.


Evo Morales ha mantenido una fuerte rivalidad con los gobiernos y líderes de tendencia liberal o conservadora de la región. Su denuncia contra Milei —uno de los mandatarios invitados al acto de traspaso de mando— ocurre en un momento en que Bolivia atraviesa una profunda crisis económica caracterizada por la escasez de combustibles y la falta de divisas, mientras su clase política se encuentra fracturada tras años de polarización.


El líder del MAS recordó además que Patricia Bullrich, actual ministra de Seguridad de Argentina y funcionaria también durante el gobierno de Mauricio Macri, habría facilitado el envío de armas y municiones a Bolivia en 2019, cuando Jeanine Áñez asumió la presidencia interina. Morales sostiene que ese material fue utilizado para reprimir las protestas en Sacaba y Senkata, donde murieron al menos 20 personas durante la crisis poselectoral que siguió a su renuncia.


Morales renunció a la presidencia en noviembre de 2019, denunciando un “golpe de Estado” tras los disturbios y acusaciones de fraude electoral en los comicios que buscaban extender su mandato por cuarta vez consecutiva. Desde entonces, su influencia política ha disminuido, aunque conserva una fuerte base sindical y campesina en el Trópico de Cochabamba, donde permanece protegido por sus seguidores ante una orden de captura por presunta trata agravada de personas.


En octubre pasado, la Fiscalía de Tarija formalizó una acusación contra Morales por su presunta relación con una menor de edad en 2016, caso que ha generado gran controversia. Consultado sobre el tema, el presidente electo Rodrigo Paz declaró que su gobierno “hará cumplir la ley”, sin importar el cargo o nombre del acusado.


Durante su reciente gira por Estados Unidos, Paz se reunió con altos funcionarios de la administración de Donald Trump y representantes de organismos financieros internacionales, en busca de apoyo económico para enfrentar la crisis interna. En un gesto político que marcó ruptura con el pasado reciente, el mandatario electo decidió no invitar a Cuba, Nicaragua ni Venezuela a su investidura, lo que provocó la suspensión de Bolivia del bloque ALBA, del cual era miembro histórico.


El exgobernante aseguró que las recientes declaraciones y acciones en su contra son parte de un “plan regional” para eliminarlo políticamente e incluso físicamente. Recordó además el ataque a tiros que sufrió hace un año cuando se dirigía a su programa radial “Kawsachun Coca”, hecho del que culpó al gobierno de Luis Arce y que aún no ha sido esclarecido.


El Ejecutivo boliviano, por su parte, rechazó esas acusaciones y alegó que el incidente ocurrió durante un operativo antidroga en el que los agentes fueron atacados por seguidores de Morales, quienes posteriormente incendiaron los vehículos policiales.


A solo días del cambio de mando, la política boliviana vive un ambiente de tensión e incertidumbre, mientras las acusaciones de Morales abren un nuevo frente diplomático con Argentina. Analistas consideran que estas declaraciones reflejan el debilitamiento del liderazgo regional del exmandatario, pero también el riesgo de que su figura siga siendo un factor de inestabilidad interna en un país que intenta reconfigurar su rumbo político y económico.


Con el retorno del discurso confrontativo de Morales y la entrada de un nuevo gobierno que busca romper con el pasado, Bolivia se prepara para una transición marcada por viejas heridas, nuevos desafíos y un tablero regional en plena redefinición.

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