Memoria Obligatoria de San Juan Bosco, pbro.
31 de enero de 2025

Lectura del santo evangelio según san Marcos
Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha”.
De la vitalidad de la semilla hasta el enorme árbol de mostaza. Jesús nos ofrece en cada parábola, la simplicidad de la esencia de la realidad. Si nosotros utilizamos la comparación de la semilla, nos incorporamos a un movimiento natural y vital que nos ayuda a entender, por ejemplo, el paso del tiempo, el transcurrir de las horas y el sentido de la vida.
Allí está el mensaje del cual nosotros debemos aprender. Lo imaginamos a Jesús hablándole a las personas que lo rodean con una semilla en la mano, explicándoles el movimiento vital de nuestra existencia. Si a esto lo colocamos en el plano espiritual, en lo cotidiano, en el encuentro con Jesús y los hermanos, descubriremos esa fuerza que, muchas veces, creemos apagada y agotada. Es la esperanza. Porque la esperanza es futuro. La semilla es futuro en frutos. Nuestra vida es futuro en buenas obras, haciendo el bien y preocupándonos por los otros y por nosotros mismos. La propuesta de Jesús rebosa de sensatez. La propuesta de Jesús es el Reino, ese gran árbol de mostaza que cobija a todos.