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Memoria de San Juan Pablo II

22 de octubre de 2025

reflexion.avif

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,39-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa.


Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».


Pedro le dijo:

«Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?».


Y el Señor dijo:

«¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?


Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.


Pero si aquel criado dijere para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.


El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.


Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».


Reflexión


Muchos cristianos piensan que las exigencias del evangelio únicamente van dirigidas a sacerdotes, religiosas, religiosos, pastores y, en fin, a todos aquellos que se dedican al servicio de la Iglesia. Sin embargo, el evangelio nos advierte que las exigencias son iguales para todos los seguidores de Jesús.


La pregunta que Pedro le dirige a Jesús al terminar el ciclo de las enseñanzas dirigidas a los discípulos, pone en evidencia esta preocupación: «Este ejemplo, ¿lo dijiste para nosotros nada más o para todos?». Jesús no le contesta con un simple sí o no, sino que le ofrece toda una veta de reflexión a partir de una comparación que está centrada en el tema del trabajo continuo: "Feliz el servidor al que el Señor encuentre bien ocupado". Y la ocupación no consiste en aprovecharse del descuido del patrón para molestar a los demás empleados o para apropiarse de los bienes que pertenecen a todos. El trabajo consiste en realizar la misión que el Señor nos ha encomendado: anunciar la buena Nueva a los pobres, liberar a los cautivos dar vista a los ciegos (Lc, 4, 16).


A los cristianos se nos ha confiado mucho: una misión que consiste en crear comunidades de vida donde los seres humanos se realicen a plenitud. Como se nos ha confiado mucho, el Señor también nos exige mucho: el cristianismo no se puede hacer el de la vista gorda ni hacerse partidario del cinismo imperante. Debe denunciar todo lo que se opone al proyecto salvífico y luchar para crear las condiciones en que la vida humana se viva a plenitud.

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