Maquilas se van y Honduras pierde miles de empleos

El sector maquilador hondureño enfrenta una crisis sin precedentes que amenaza con dejar a miles de familias sin sustento, mientras El Salvador se posiciona como un nuevo destino para las inversiones textiles que antes encontraban en Honduras su base de operaciones.

La Red de Sindicatos de la Maquila, a través de su representante Evangelina Argueta, alertó que el país está perdiendo competitividad debido a la falta de incentivos, altos costos operativos y ausencia de políticas de apoyo industrial, factores que están impulsando a las empresas a migrar a países vecinos.

“El Salvador está haciendo un lobby directo con las compañías instaladas en Honduras. Les están abriendo las puertas, dándoles condiciones que aquí no tienen. El Gobierno salvadoreño se está moviendo, mientras aquí seguimos sin reacción”, afirmó Argueta.

Entre las plantas afectadas figura la textilera del grupo Fruit of the Loom en el Merendón, que recientemente anunció su venta en territorio hondureño. Aunque la empresa mantiene operaciones en El Salvador, la posibilidad de que traslade su producción ha generado temor y descontento entre los trabajadores.

Argueta explicó que esta situación podría tener efectos en cadena: “Si la textilera se vende y se reduce la producción de tela, las empresas de costura que dependen de ella también podrían cerrar. Ya solo queda una de esa corporación en El Progreso, lo que muestra la magnitud del problema”.

El desempleo en zonas como Villanueva y Choloma ha comenzado a dispararse. Estas ciudades, que por décadas dependieron del dinamismo de la maquila, hoy enfrentan cierres masivos de fábricas, despidos y un estancamiento económico visible. Comercios, transporte y servicios también resienten la caída del poder adquisitivo de los trabajadores.

Según estimaciones de la Red de Sindicatos, más de 60,000 empleos directos se habrán perdido entre 2024 y 2025, con un impacto aún mayor en la economía informal que depende del sector.

“A veces se minimiza el cierre de una planta, pero cada fábrica que se va significa cientos de familias sin ingresos, sin alternativas y con miedo al futuro”, advirtió la dirigente sindical.

El deterioro de la maquila se arrastra desde 2024, año en que la organización solicitó una mesa de diálogo tripartita entre el Gobierno, los empresarios y los trabajadores, pero la propuesta nunca se concretó. Esa falta de respuesta asegura Argueta impidió encontrar soluciones estructurales para frenar el éxodo de empresas y estabilizar el empleo.

Los sindicatos acusan al Gobierno de no tomar medidas urgentes para mantener la competitividad del país. En contraste, El Salvador ha ofrecido incentivos fiscales, facilidades aduaneras y seguridad jurídica, además de un ambiente político que según los inversionistas facilita la operación industrial.

“No olvidemos que estas empresas buscan costos bajos. Si en El Salvador el salario mínimo es menor o hay más beneficios fiscales, se irán para allá. Esa es la realidad de las cadenas globales de suministro”, recalcó Argueta.

La crisis no solo afecta el empleo, sino también la confianza de los inversionistas extranjeros, que observan un panorama de incertidumbre política, conflictos institucionales y falta de garantías legales. Expertos advierten que, si no se actúa pronto, Honduras podría perder su posición como uno de los principales polos textiles de Centroamérica.

Mientras tanto, en las comunidades maquiladoras, la desesperación crece. Trabajadores con décadas de experiencia enfrentan el desempleo sin opciones inmediatas. “Hay gente que ha pasado 20 o 25 años en las plantas y hoy no saben cómo sostener a sus familias. Es una tragedia silenciosa que apenas empieza”, concluyó Argueta.

El llamado de los sindicatos es claro: reactivar el diálogo, crear incentivos y rescatar la confianza empresarial antes de que más fábricas sigan el mismo camino. De lo contrario, la pérdida de empleos podría volverse irreversible, profundizando la desigualdad y acelerando la migración laboral hacia el exterior.