
León XIV llama a la unidad cristiana y al diálogo ante “un mundo desgarrado por la guerra”
30 de mayo de 2025

En uno de sus primeros mensajes como pontífice, el papa León XIV instó este jueves a fortalecer la fraternidad entre cristianos, en un contexto global marcado por conflictos armados, y llamó al diálogo y la reconciliación con comunidades protestantes como los menonitas, herederos del movimiento anabaptista.
El mensaje fue dirigido a los participantes en la conmemoración del 500 aniversario del nacimiento del anabaptismo, corriente cristiana reformista surgida en el siglo XVI, y que dio origen a comunidades como los amish, huteritas y menonitas. El evento se celebró en Zúrich, Suiza, uno de los lugares clave del surgimiento de esa tradición religiosa.
«En el contexto de nuestro mundo desgarrado por la guerra, nuestro continuo camino de sanación y fortalecimiento de la fraternidad desempeña un papel fundamental, porque cuanto más unidos estemos los cristianos, más eficaz será nuestro testimonio de Cristo», declaró el papa en el mensaje difundido por la Sala de Prensa del Vaticano.
Elegido hace menos de un mes, León XIV ha puesto énfasis en sus primeras intervenciones públicas en la necesidad de superar divisiones históricas entre los cristianos y promover una cultura del encuentro, el perdón y el servicio.
El pontífice invitó a católicos y menonitas a trabajar por una “civilización del amor”, basada en el mandamiento evangélico de amar al prójimo y el compromiso compartido con la unidad cristiana. También subrayó la urgencia de “honestidad y amabilidad” en el examen de la historia compartida, marcada por episodios de persecución y desconfianza mutua.
«Esto incluye heridas dolorosas y narrativas que influyen en las relaciones y percepciones entre católicos y menonitas hasta hoy», reconoció el papa, en referencia a la represión sufrida por los anabaptistas en la Europa del siglo XVI, muchas veces a manos de católicos y otros grupos reformistas.
León XIV insistió en la necesidad de una “purificación de la memoria” y una relectura común del pasado para sanar heridas y construir un futuro nuevo “mediante la valentía de amar”.
«Solo así el diálogo teológico y pastoral pueden dar fruto, un fruto duradero», concluyó.