INTERNACIONALES

La embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, denunció recientemente que Rusia estaría implementando un plan imperialista para desmantelar a Ucrania y eliminarla como estado soberano. Durante una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, el diplomático señaló que Moscú busca anexar regiones ucranianas estratégicas como Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhzhia mediante referéndums fraudulentos y la instalación de gobiernos títeres.

Estas acciones forman parte de lo que Thomas-Greenfield calificó como una estrategia para incorporar estos territorios al control directo ruso, eliminando de facto a Ucrania como entidad independiente. Las declaraciones también hacen eco de las palabras del ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguéi Lavrov, quien declaró que el objetivo es "liberar al pueblo ucraniano de un régimen inaceptable". Estas afirmaciones parecen extender los objetivos bélicos más allá del Donbás, tradicionalmente considerado el epicentro del conflicto

Por su parte, Dmitry Polyansky, viceembajador ruso ante la ONU, reafirmó el compromiso de Rusia con la "desmilitarización y desnazificación" de Ucrania, advirtiendo además a las potencias occidentales que el suministro de armamento avanzado a Kiev está modificando la geopolítica del conflicto.

Esta escalada retórica se suma a las tensiones internacionales generadas por el conflicto, con Estados Unidos y sus aliados intensificando las sanciones y el apoyo militar a Ucrania para contrarrestar las acciones rusas. En este contexto, la comunidad internacional sigue debatiendo sobre las implicaciones legales y humanitarias de los referéndums y las ocupaciones en territorio ucraniano.

El desarrollo del conflicto sigue siendo una de las principales preocupaciones en la agenda global, con un impacto significativo en la estabilidad de Europa y las relaciones internacionales.