FARÁNDULA

El 21 de abril de 2016, el mundo de la música perdió a uno de sus más grandes iconos. Prince Rogers Nelson, conocido simplemente como Prince, falleció a los 57 años en su residencia de Paisley Park, en Minnesota. La noticia conmocionó al ámbito artístico internacional, pues se trataba de un músico inigualable, cuya obra transformó y trascendió los géneros del pop, funk, soul, rock y R&B.

Multifacético, excéntrico y virtuoso, Prince fue un innovador nato. A lo largo de su carrera publicó más de 30 álbumes de estudio y compuso cientos de canciones, muchas de ellas convertidas en clásicos inmortales. Su disco más emblemático, Purple Rain (1984), no solo definió una era, sino que también consolidó su estatus como superestrella global, combinando la fuerza de su música con una potente narrativa cinematográfica.

El estilo de Prince fue siempre una mezcla única de erotismo, espiritualidad, rebeldía y sensibilidad artística. Desafió las normas sociales y musicales, construyendo una identidad propia tanto en lo estético como en lo sonoro. Además de su talento como compositor, guitarrista y productor, también destacó por su independencia creativa.

En los años noventa protagonizó una histórica disputa con su discográfica Warner Bros. en defensa de su libertad artística, llegando incluso a reemplazar su nombre por un símbolo impronunciable como forma de protesta. Esta lucha marcó un precedente en la industria musical respecto a los derechos de los artistas sobre su obra.

El legado de Prince permanece vigente en generaciones de músicos y fans alrededor del mundo. Su impacto cultural sigue latiendo en cada acorde, en cada provocación, y en cada acto de libertad creativa que inspiró.

Prince no solo fue un músico prolífico, sino también un símbolo de la lucha por la autodeterminación artística. Su muerte el 21 de abril de 2016 dejó un vacío inmenso en el mundo de la música, pero también consolidó su figura como un ícono eterno cuya influencia sigue moldeando el panorama musical actual.