Redes Sociales: ¿Conexión o Desconexión?
- Florencia Zúñiga
- 22 jun
- 3 Min. de lectura

En un mundo hiperconectado donde basta deslizar un dedo para “hablar” con alguien en otro continente, surge una contradicción inquietante: nunca tuvimos tantas herramientas para comunicarnos y, sin embargo, nunca nos sentimos tan solos. Las redes sociales —originalmente diseñadas para acercarnos— hoy están siendo señaladas por expertos, terapeutas, y sobre todo por las personas mismas, como una de las principales causas de desconexión emocional y relacional.
1. Parejas que ya no se miran a los ojos
Diversos estudios han mostrado que el uso constante de redes sociales puede afectar la calidad del vínculo en las relaciones de pareja:
Un artículo publicado por Psychology Today señala que el uso frecuente de plataformas como Instagram o Facebook está asociado a celos, discusiones y una menor satisfacción relacional.
El fenómeno del phubbing —ignorar a tu pareja por mirar el celular— es hoy tan común que el 46 % de las personas reconoce haberlo experimentado, y muchas veces es motivo de discusiones o alejamiento emocional.
En consulta, muchas personas relatan sentir que sus parejas están “presentes físicamente, pero lejos emocionalmente”. Una joven de 32 años decía: “Estoy con él en la misma habitación, pero lo siento más cerca cuando sube un post sobre mí que cuando me habla en persona”. Esa frase resume lo que se ha transformado en una crisis silenciosa: la conexión virtual ha desplazado la presencia emocional real.
2. Niños y escuelas: redescubriendo la vida sin pantallas
Algunos colegios en el mundo están tomando medidas concretas para devolver a los estudiantes el valor de la conexión humana:
En Francia, más de 100 colegios secundarios están implementando una política de prohibición total de celulares. Según The Guardian, esto ha generado mejoras visibles en la interacción social, la atención en clase y una reducción del acoso escolar.
En Estados Unidos, escuelas como Darien High School han restringido el uso de celulares incluso en los recreos. El resultado es revelador: más conversaciones cara a cara, niños jugando nuevamente en grupo, y una atmósfera general de mayor bienestar.
Los profesores y directores coinciden en que la desconexión digital ha permitido la reconexión humana.
No se trata solo de reglas, sino de cultura: cuando el teléfono deja de ser una extensión del cuerpo, el otro vuelve a aparecer como una posibilidad de encuentro.
3. Personas consigo mismas: cuando el scroll apaga la voz interior
No es solo hacia el otro que nos desconectamos. Muchas personas experimentan hoy una profunda desconexión con nosotras mismas por el uso constante de redes.
El tiempo que antes dedicábamos a estar en silencio, a sentirnos, a escribir, leer o simplemente aburrirnos —fuente de creatividad y autorreflexión— ha sido reemplazado por un scroll interminable.
Una paciente de 28 años decía: “No sé quién soy sin el celular en la mano. Si me siento mal, lo agarro. Si estoy bien, también. Ya no distingo si lo uso para distraerme o para existir”.
Esta frase me reveló una verdad incómoda: muchas personas han sustituido su vida interior por una vida en línea.
Otro paciente de 24 años, decía: “Desde que dejé de usar Instagram por dos semanas, me sentí más aburrido... pero también más tranquilo. Me di cuenta de que había olvidado cómo estar conmigo mismo”. Estas pausas digitales están comenzando a ser recomendadas incluso por terapeutas, como parte de un proceso de reconexión con el ser.
¿Entonces… las redes nos conectan?
Sí, pero solo en la forma, no en la esencia. Nos dan información, nos entretienen, incluso nos inspiran. Pero no pueden reemplazar el contacto genuino, la atención sostenida, la mirada presente, el silencio compartido.
Incluso yo misma - elaborando sesiones en línea - tengo la certeza de la riqueza del lenguaje físico - ya que no solo escucho a mi consultante si no que estoy observando sus gestos, sus movimientos, sus miradas y la expresión de sus emociones.
Riqueza que solo se puede explorar en la autenticidad del Ser siendo sin restricciones del imperativo categórico se “una foto bonita para mi feed” donde todos - pensamos - deben vernos felices.
La conexión real requiere tiempo, espacio y vulnerabilidad. Eso, por más filtros o likes que le pongamos, no se puede simular.
¿Cómo empezar a reconectar?
Poner límites conscientes: zonas libres de celular (comidas, dormitorio, momentos con otros).
Programar pausas digitales: un día sin redes por semana o un mes sin publicaciones.
Reaprender a estar en silencio: leer, caminar, meditar, escribir, escuchar sin multitarea.
Usar redes con intención, no por hábito. Preguntarte: ¿para qué abro esta app?
Conclusión
Las redes sociales no son el problema, pero sí pueden ser el síntoma de un mundo que ha olvidado cómo estar realmente presente. A veces, basta con dejar el celular a un lado para descubrir que ese vínculo que buscábamos afuera, ya estaba dentro. Porque la conexión más profunda no es con el otro, sino con uno mismo.
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