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Hablar de sexo con nuestros hijos ¿Cómo romper las barreras del miedo?

  • Foto del escritor: Germán E. González
    Germán E. González
  • 9 jun
  • 3 Min. de lectura

Por razones que no mencionaré en el presente texto, llevo más de 25 años escuchando a muchas personas en consejería. Creo que ya nada logra sorprenderme, pero sí que hay factores que no dejan de llamar permanentemente mi atención.


Contaré brevemente uno de ellos: Hace tiempo recibí a una pareja con problemas de comunicación, llevaban años conviviendo, pero no eran capaces de decirse las cosas que no le gustaban al uno del otro en el plano de la sexualidad, por tanto, su vida íntima era casi inexistente. Luego de algunas visitas a mi despacho, aprendieron a abordar con respeto y asertividad sus respectivas posturas frente a la dimensión íntima de su relación y poco a poco fueron mejorando.


Cuando me encuentro con parejas que tienen problemas para abordar los temas concernientes a su dimensión íntima o sexual, termino por preguntarme cómo abordarán esta misma temática cuando sus hijos empiecen a hacer preguntas. Dicho de otra manera… Si a algunos adultos (que incluso comparten una vida sexual activa) les genera sentimientos de vergüenza abordar el tema, cómo será entonces cuando llegue la hora de hacer frente a las preguntas concernientes al tema sexual con sus hijos.


Recuerdo muy bien cuando le hice preguntas a mi mamá (Q.E.P.D.) Para aquel entonces yo era un pequeño niño que, por casualidad, accidente o coincidencia, observaba el apareamiento de dos gatos sin entender muy bien de lo que se trataba. Abrí mi boca con la curiosidad propia de un pequeño y pedí que me explicaran qué era lo que estaban haciendo el par de felinos. “Déjalos en paz, que eso es algo que ellos deben hacer para tener hijos.” Me respondió mi madre.


Acto seguido le pregunté cómo hacían los humanos para tener hijos. La reacción de mi mamá ante esa pregunta fue guardar silencio, por lo que me sentí obligado a repetirla. Después de pensarlo un poco me dijo: “Para tener hijos los humanos hacemos lo mismo que están haciendo los gatos.”


Su respuesta me dejó confundido, más aún cuando les eché otro vistazo a ambos animales para comprender mejor la respuesta de mamá y me di cuenta de que el macho mordía el cuello de la gata al mismo tiempo que esta bufaba y se mostraba muy agresiva con el otro animal.


Entonces le pregunté a mamá: ¿O sea que el hombre le muerde el cuello a la mujer y ella se queja de dolor para tener hijos?


Acto seguido, mamá terminó la conversación de una forma que nunca he podido olvidar: “A su debido tiempo te enseñarán eso en el colegio. Saca un billete del monedero y ve a la tienda a comprar caramelos.”


Y así terminó mi primer lección de sexualidad humana, completamente confundido, pero lleno de caramelos.


La vida daría varias vueltas hasta que logré sentarme en la silla de quien escucha a tantos que buscan una luz de esperanza en sus vidas y, cuando algún padre de familia me llega preocupado porque su pequeño(a) ha empezado a hacer preguntas de sexualidad, mis recomendaciones son las siguientes:


  • No pierda su paz, hable del tema con naturalidad. No tiene porqué sentir pena ni vergüenza cuando sus hijos deseen hacer preguntas de este género.


  • No eduque a su hijo para que entienda la intimidad como algo malo, sucio o pecaminoso. Le estará abonando el camino para afloren sentimientos de culpa y vergüenza cuando llegue a su etapa sexualmente activa.


  • Ayúdate de un libro de anatomía para hablar claramente de las partes del cuerpo y llama a cada una de ellas por su nombre real, especialmente en lo que concierne a la genitalidad masculina y femenina. No debemos sentir pena al utilizar palabras como pene, glande, escroto, vagina, vulva o clítoris, dado que son parte de nuestra naturaleza humana.


  • Enséñale que sus zonas íntimas deben ser tratadas siempre con respeto, que nadie debe tocarlas ni manipularlas en contra de su voluntad y, que, si alguien intentó hacerlo o lo hizo, debe tener la suficiente confianza para contárselo a sus padres.


  • Procura estar pendiente de las redes sociales de tu hijo, coloca límites a sus horarios de conexión. Muchas personas mal intencionadas buscan víctimas inocentes para hacerlas presas de sus fechorías.


  • Si el niño quiere hablar de sexo y sientes que te avergüenza o que no tienes los elementos para hacerlo, busca la ayuda de un profesional que te asesore.


  • Si el menor manifiesta que alguien de su propia familia ha querido o se ha propasado con él o ella, créele y entra en contacto con redes de ayuda. Recuerda que el mayor porcentaje de los abusos de menores suceden al interior de la familia.



Germán Eduardo González

Psicólogo

+504 9551 9628

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