Las autoridades sanitarias de Honduras confirmaron 166 infecciones en personas por el gusano barrenador, plaga que afecta a seres humanos y animales de sangre caliente.

Del total de casos, el 68 % corresponde a hombres, mientras que la cifra de fallecidos asciende a cuatro, según informó la Secretaría de Salud.

El jefe de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica, Lorenzo Pavón, explicó en conferencia de prensa que la capital del país Tegucigalpa y Comayagüela concentra el mayor número de contagios con 30 casos, lo que representa el 18 % del total. Le siguen Intibucá con 16 casos, Yoro con 12, y los departamentos de Gracias a Dios, Lempira y Olancho con 11 casos cada uno.

Hasta ahora, únicamente Valle e Islas de la Bahía no reportan pacientes confirmados, aunque en Roatán se mantiene bajo análisis un caso sospechoso.

El informe señala que la mayor cantidad de infecciones se presenta en personas mayores de 50 años, mientras que en niños menores de 9 años se han registrado 16 casos (10 %). Los hombres representan el 68 % de los afectados, frente al 32 % en mujeres.

El sitio más frecuente de infestación es la pierna izquierda, seguido por la cabeza. Pavón recomendó a la población mantener la higiene en heridas y acudir de inmediato a un centro de salud en caso de presentar lesiones, para evitar complicaciones.

El gusano barrenador, conocido científicamente como Cochliomyia hominivorax, es la larva de una mosca que deposita sus huevos en heridas abiertas, alimentándose luego del tejido vivo. Puede causar lesiones graves, pérdida funcional del órgano afectado e incluso la muerte si no se trata a tiempo.

Aunque Honduras había sido declarada libre de esta parasitosis en 1996, el parásito reapareció en febrero de 2025, cuando se confirmó el primer caso humano en Catacamas, Olancho. Desde septiembre de 2024 ya se habían reportado brotes en ganado bovino, lo que llevó a declarar una emergencia sanitaria nacional.

De forma paralela, el país acumula alrededor de 2,500 casos en animales, con especial impacto en el sector ganadero. Esta situación no solo compromete la salud pública, sino que también representa un golpe económico, ya que la mosca barrenadora afecta la productividad pecuaria y obliga a destinar mayores recursos a campañas de control y prevención.

Las autoridades hondureñas insisten en que la cooperación de la ciudadanía es clave para frenar la propagación, mientras se ejecutan planes de vigilancia en conjunto con organismos internacionales especializados.