Los vendedores de los mercados de Comayagüela expresan su desánimo ante la notable disminución en las ventas durante la temporada navideña, una época que tradicionalmente es sinónimo de alta demanda. Este año, sin embargo, la mayoría de los comerciantes enfrentaron una caída significativa en sus ingresos.

“Las ventas nunca habían estado tan bajas como ahora”, coincidieron varios vendedores, quienes atribuyen esta situación a la crisis económica y al bajo poder adquisitivo de la población, particularmente de quienes viven de un salario. Según explicaron, muchos clientes solo llegan a mirar y comparar precios, sin realizar compras concretas.

Para contrarrestar la baja demanda, los comerciantes aseguran haber mantenido precios accesibles y promociones. Por ejemplo, un pantalón de tela en el mercado San Isidro se ofrecía entre 300 y 330 lempiras, mientras que los jeans rondaban los 350 a 400 lempiras. Las camisas se cotizaban entre 350 y 400 lempiras, y los zapatos fabricados en Honduras entre 400 y 500 lempiras.

A diferencia de los centros comerciales, los mercados permiten a los compradores regatear precios, una ventaja que, pese a todo, no parece haber sido suficiente para impulsar las ventas.

Uno de los factores que agravan la situación es la competencia con las tiendas chinas, donde los consumidores encuentran productos más económicos. Los comerciantes locales, como los dedicados a la venta de ropa, permiten no poder igualar esos precios, lo que ha provocado una baja en la venta de artículos básicos como calcetines y prendas tradicionales.

Lorena Raudales, vendedora de ropa y zapatos en el mercado San Isidro, describió la difícil realidad: “Si antes me llegaban 100 clientes al día, ahora apenas vienen unos 50. La gente solo pregunta precios o compara, pero no compra. Aun así, seguimos trabajando los 365 días del año y rogando a Dios para mejorar las ventas, porque hay compromisos y deudas que cumplir”.

Otros vendedores, como un comerciante de ropa, manifestaron que la situación es crítica, pero confiando en que “Dios proveerá”. “La temporada navideña ya no es lo que era antes, pero seguimos confiando en nuestra clientela, porque ofrecemos vestimenta más económica que en otros lugares”, afirmó.

La caída en las ventas navideñas no solo afecta a los pequeños negocios, sino que también refleja el impacto de la crisis económica en el bolsillo de los hondureños. Los comerciantes esperan que, pese a las dificultades, los días restantes del año traigan una mejora en el flujo de clientes.